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El sacramento del matrimonio

Sí, el matrimonio entre cristianos es uno de los siete sacramentos instituidos por Cristo y encomendados a la Iglesia. Hoy queremos subrayar precisamente su carácter sacramental en este breve comentario.

LOS ELEMENTOS DEL MATRIMONIO CRISTIANO

Hablar de los siete sacramentos es hablar de siete signos visibles dejados por Cristo a su Iglesia, a través de los cuales se expresa y se celebra la presencia invisible de Cristo Resucitado en nuestras vidas. Uno de estos signos sagrados es el sacramento del Matrimonio.

Todo matrimonio, aunque no sea entre cristianos, incluye estos elementos: un hombre y una mujer que se aman, un compromiso por parte de ambos de fidelidad mutua y permanencia hasta la muerte en el amor, y la procreación y educación de unos hijos, fruto natural del matrimonio.

Pero el matrimonio entre cristianos, como hemos dicho, es, además, un sacramento. Con ello queremos decir que el amor de los esposos cristianos manifiesta y celebra la entrega de Cristo a su Iglesia. Los esposos, en este caso, ponen a Cristo como fundamento y sentido de su vida conyugal, y así las dos propiedades esenciales del matrimonio (unidad e indisolubilidad) alcanzan una especial firmeza.

Un tema del que hoy se habla con frecuencia es el divorcio, que se entiende como la ruptura del vínculo matrimonial. Algo que está permitido en el ámbito civil en muchos países. La Iglesia se opone al divorcio siendo así fiel a Cristo. A este propósito leamos en el Evangelio (Mt 19,3-10) la respuesta de Jesús a los fariseos que un día le preguntaron, para tentarlo, sobre la licitud del divorcio: «Lo que Dios ha unido no lo separe el hombre», respondió Jesús.

Los casados, dice también Jesús, ya «no son dos sino una sola carne». Decir «una sola carne», en lenguaje bíblico significa que, por el vínculo
matrimonial, marido y mujer forman una unidad tan grande que son como una sola persona; uno y otro deben sentirse profundamente unidos, compartiéndolo todo.

UNA ADECUADA PREPARACIÓN

Casarse es, sin duda, tomar una decisión muy importante en la vida. En el futuro del matrimonio no sólo está implicada la vida de
los esposos, también la de los posibles hijos, de cuyo cuidado y educación son primeros responsables los padres. Todo ello pide a los contrayentes una previa reflexión y una adecuada preparación. Por eso nadie debe extrañarse de que la Iglesia, muy consciente de la importancia del matrimonio, urja esta preparación y organice, entre otras cosas, cursillos prematrimoniales.

Con todo ello se trata de que los novios descubran los valores del amor humano y aviven su fe cristiana. Se trata, en fin, de ayudarles a tomar una decisión consciente y responsable. Finalmente cabe preguntarse ¿dónde nos casamos? La boda debe celebrarse indistintamente en la parroquia del novio o de la novia.

También puede ser en la parroquia donde van a fijar su domicilio una vez casados.

Pobo de Deus Nº 824